Sunday 8 February 2015

La movilidad científica. O cómo mantener las amistades cuando emigras.

Volver a casa por Navidad o verano es una parada obligatoria para los que estamos fuera. Volver a ver a los tuyos, ponerte al día con esos amigos a los que apenas ves, ir a los rincones favoritos de tu ciudad... Volver me gusta y me hace ver lo afortunada que soy de tener un trabajo que me permite ser independiente. Aunque sea fuera, aunque sea lejos de los míos.
Para ser sincera, yo puedo decir que la crisis no me echó del país. Yo me fui con la ilusión con la que se van todos los Erasmus. La ilusión de vivir en otro país y conocer gente nueva. Pero también el miedo de verte sola en un lugar desconocido. Y eso que Irlanda está a la vuelta de la esquina.
Cuando terminó mi Erasmus, otra vez la suerte llamó a mi puerta y me concedieron una beca del gobierno irlandés para quedarme aquí... Si no lo hubiera hecho quizá estaría mirando la pared de mi casa; sin trabajo en un país en el que cada día se invierte menos en ciencia.
Pero hoy no quiero hablar de lo mucho o poco que invierte España en ciencia. Precisamente cuando hay otras áreas tan importantes como salud y educación en las que los "tijeretazos" no se quedan cortos.
Hoy quería hablar de la movilidad científica. Pero antes de empezar, quería hacer una distinción muy importante: Cuando hablo de movilidad científica no me refiero a la fuga de cerebros.
Una cosa es la emigración de jóvenes (y no tan jóvenes) cualificados que está sucediendo en España debido a la falta de oportunidades. Y otra cosa muy distinta, que no tiene que confundirse ni justifica la fuga de cerebros, es la movilidad científica, que explico aquí abajo.

Pobrecitos zombies, dejadles algo de comer.

En el mundo de la ciencia se espera que todo el que quiera tener una decente (que ya no brillante) carrera, salga fuera y cambie de laboratorio/país unas cuantas veces antes de asentarse y convertirse en líder de un laboratorio. Esto está genial para ganar experiencia cuando eres joven y cuando tienes el gusanito de irte a descubrir otras culturas y vivir en otros países. Sin embargo, esto hace muy difícil estabilizarse en una ciudad y "cuidar" de las amistades, pareja y familia.
Volver a casa también te hace ver cómo la vida sigue sin tí. Como esos amigos tan cercanos ahora ya no lo son, pues igual que tú tienes tu vida fuera, ellos tienen la suya allí. Y tú ya no eres parte de ella. Además, los amigos que haces fuera, normalmente también están de paso y tarde o temprano terminan diciendo adiós.
A lo largo de este tiempo fuera he conocido a gente estupenda, tanto de distintos países como de distintas partes de España. Entre ellos he hecho grandes amistades y compartir mi vida con ellos me ha permitido ganar riqueza cultural y ver la vida de otra forma, quizá con más tolerancia. Sin embargo, muchos de estos amigos han dejado Irlanda y, en el próximo año, yo también lo haré (si es que termino este doctorado algún día) y dejaré atrás a gente que ha significado mucho para mí.
Esto pasa en muchas etapas de la vida: Cuando terminas el cole, cuando terminas el instituto, la universidad,... ganas y pierdes amistades. La vida pasa y siempre hay gente que queda atrás. Sin embargo, como emigrante que está metida en el mundo de la ciencia y debido a la movilidad cientifica, creo que los científicos nos enfrentamos a estos sentimientos mucho más a diario.


Esto va dedicado a mi familia, porque sé que os gustaría tenerme más cerca de lo que me tenéis. También a todos aquéllos amigos que estáis en casa (Castellón) y con los que apenas comparto un par de cafés al año. Aquéllos que están en otras partes de España, a los que veo menos todavía, pero abren las puertas de su casa siempre que quiero hacerles una visita. Y también a aquéllos que estáis en otras partes del mundo (Suecia, Alemania, Nueva York...), sea o no por la ciencia, que seguramente compartáis este sentimiento conmigo.
A todos vosotros, se os echa de menos.

PD. Y a los que estáis aquí, gracias por los buenos momentos, los no tan buenos y las aventuras :)