Ella sabía que debía continuar con su vida.
Estaba atrapada en una sensación de nostalgia desde hacía días. ¿Y si huía bien
lejos? Huir ya le había funcionado antes, así que sonaba bastante bien. Quizá
podía ir a ver mundo. Coger sus cosas y volar… Ir a algún sitio nuevo y conocer
a gente que no la juzgara por su pasado. Así podría ser quien quisiera ser.
Podría inventarse una nueva identidad. Decir que venía de un pueblecito de la
costa italiana. Allí donde la brisa es dulce y el sol nunca se pone. Donde las
casitas de colores se apilan sobre la montaña para acabar en una calita de
arena blanca.
Quizá podría buscar trabajo en una
cafetería mientras pensaba qué es lo que quería hacer “cuando fuese mayor”. El
olor a café, la brisa del mar y pasar las horas muertas sintiendo el sol sobre
su piel. Eso es lo que necesitaba.
Pero ella sabía que le faltaba valor para
desaparecer así. Le bastaría el olor del café de sobre para imaginar que estaba
en esa cafetería con vistas a la playa. Para dejar la mente volar. Para soñar con
escapar...
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